Debido a la amplia divulgación que existe actualmente del término coaching, estimamos conveniente delimitar su origen, fundamentos y enfoques que han permitido que adquiera cada vez mayor relevancia y entidad. Las primeras referencias sobre apelativo coach se encuentran en el argot universitario inglés del siglo XVIII, aludiendo al profesor particular que ayudaba a un estudiante a prepararse, rápida y eficientemente para los exámenes. Este sentido prevalece en la actualidad, «porque se entiende que la aplicación del coaching transporta a las personas, desde donde se encuentran hoy, hacia donde les gustaría estar mañana, siendo el coach el facilitador de este viaje» (Bayón et al., 2006, p. 7). En nuestro caso, existe cierto paralelismo con nuestros alumnos, que hoy se están preparando
para ser los docentes del futuro, como profesionales eficaces,
resilientes y promotores del cambio. El coaching, como ámbito de estudio, surge
en Estados Unidos y Canadá, a finales del siglo XX, de la mano de John
Whitmore, considerado su precursor en el campo empresarial, donde ha tenido una
considerable incidencia y aceptación. Desde los años setenta, revistas
científicas, como Training & Development Journal, o asociaciones, como The
American Counseling Association (ACA), han promovido una aproximación entre el
coaching, counseling y consulting (Sperry, 1993). En nuestro país, una de las
primeras publicaciones sobre coaching aplicado a la educación, aparece en la
Revista de Orientación y Psicopedagogía (Bisquerra, 2008), como técnica digna
de tener en cuenta en el campo de la orientación. Si bien sus primeros pasos se
desarrollan en el ámbito empresarial, sus fundamentos se enmarcan en distintos
campos de las ciencias humanas y sociales (filosofía, psicología, orientación,
sociología...), pero también derivan de los avances de la programación
neurolingüística. Nos vamos a referir brevemente a estas corrientes. Entre los
fundamentos filosóficos cabe destacar la mayéutica socrática y el
existencialismo. En realidad, la base subyacente del coaching se apoya en el
método socrático, que permite, a base de preguntas, que el alumno vaya
resolviendo sus problemas de forma autónoma, llegando a descubrir su verdadero
potencial. Un concepto nuclear del existencialismo (Kierkegaard, Heidegger,
Sartre) es el de libertad, que indudablemente se otorga a los estudiantes en
nuestra propuesta. Una persona es libre cuando tiene la posibilidad de elegir,
equivocarse y decidir a lo largo de su trayectoria vital. Por otra parte, son
varias las corrientes psicológicas que han influido en el desarrollo del
coaching como técnica. Según la psicología humanista, el individuo percibe el
mundo que le rodea de un modo singular y único; tal percepción
constituye su peculiar realidad y determina su comportamiento. Asimismo, el
constructivismo, como corriente psicológica actual, ha propiciado su
desarrollo. Mantiene que la persona (cognitiva, social y afectivamente) es el
resultado de la construcción producida por la interacción entre el ambiente y
el individuo. Las construcciones se producen cuando el sujeto interactúa con el
objeto del conocimiento (Piaget), cuando tal interacción se realiza con los
otros (Vigotsky), y cuando es significativa para el sujeto (Ausubel). Pero el
enfoque que más ha incidido en la aplicación del coaching ha sido el
counseling, En sus primeros tiempos, las aportaciones más notables provienen de
Williamson, quien, desde un enfoque directivo, incide en la preparación y
experiencia del orientador para ayudar al sujeto. Posteriormente, desde un
enfoque no directivo, cabe destacar a Carl Rogers, quien promovió una nueva
forma de relaciones humanas, basada en la confianza en la persona libre y
autónoma. Según este autor, a lo largo de la vida, y en función de las
vivencias y los efectos positivos o negativos que el sujeto tiene, se va
configurando el autoconcepto. Su teoría se caracteriza por incidir en los
procesos dinámicos y de cambio, al igual que sucede en el coaching. Entre las
teorías sociológicas cabe destacar el estudio de las competencias en el ámbito
empresarial, que data de 1973, cuando David McClelland fue encargado de
detectar las características personales que predecían el éxito laboral de los
miembros del Departamento de Estado Norteamericano. Asimismo, es digna de
mención la teoría del empowerment, que se remonta a 1988, bajo la influencia de
Kenneth Blanchard y Paul Hersey, enfoque que trabaja en la delegación de
responsabilidades, mediante la liberación del potencial disponible en las
personas (Ramírez y Vivas, 2005). Desde una perspectiva complementaria, la
programación neurolingüística (PNL) del lingüista Grinder y del matemático
Bandler representa una de las bases teóricas más sólidas, aceptadas y utilizadas
en el proceso de coaching, considerando el lenguaje como un valor esencial del
mismo. «La programación neurolingüística se centra en el análisis de la
comunicación y de los procesos de cambio, estudiando la estructura de la
experiencia subjetiva» (Launer, 2007, p. 122). En síntesis, la profundización
sobre sus fundamentos nos ha permitido constatar que, si bien el coaching
deriva de diversas corrientes científicas, si queremos aplicar esta técnica en
el campo de la educación, indudablemente el counseling, por su influencia,
adquiere un protagonismo notorio. En base a sus fundamentos, estimamos que el
coaching se sustenta en una serie de principios, presentes en los enfoques
originarios, destacando: a) la importancia de la autonomía del sujeto y del autoaprendizaje;
b) la conducta está condicionada por la peculiar visión del mundo que el sujeto
se forma
a lo largo de su vida; c) la necesidad de que coexista una alta motivación,
responsabilidad hacia el cambio y deseo transformación; d) y la relevancia del
proceso comunicativo, pues, a través del lenguaje, de la verbalización de metas
y del uso de preguntas poderosas, el individuo se descubre a sí mismo y tiende
a actuar. Por último, el rastreo realizado sobre diversos autores (Bayón, 2006;
Bisquerra, 2008; Cantera, 2003; Gordillo, 2008; Haneberg, 2006; Launer, 2007;
Whitmore, 2003, etc.) nos permite aportar una definición, contextualizada en
nuestro ámbito de intervención: el coaching es un proceso interactivo y
sistemático de aprendizaje y descubrimiento del potencial individual, centrado
en el presente y orientado al cambio y la excelencia. Pretende desarrollar la
autonomía del alumno, siendo éste el protagonista de los pasos a seguir y de
los resultados obtenidos.
FUENTE: Vidal-Salazar, M., Cordón-Pozo, E., & Ferrón-Vílchez, V. (2011). Efectividad del coaching en los procesos de mejora de gestión de empresas*/Efficacy of coaching on the processes for business improvement. Universia Business Review, (31), 82-101. Retrieved from http://search.proquest.com/docview/912754365?accountid=37610
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